Fatima es de Guinea. Pero durante cinco meses ha vivido en Francia. Abandonó su país natal por varias razones, completando en el hexágono un curso paralizado por escollos - la palabra es débil.

Fátima, exiliada, testifica ante la cámara de Léa Bordier

Este testimonio es raro y precioso. Cobró vida bajo la cámara de Léa Bordier, quien dirige la serie Exilées con Alice Latouche .

Por tanto, Fátima abandonó Guinea. Pasó más o menos tiempo en no menos de cuatro países: Malí, Libia, Marruecos, España, antes de llegar a Francia.

Los motivos de su salida son múltiples, pero residen principalmente en los malos tratos que sufrió por parte de su tía. Privada de educación, extirpada a los 15 años, casi casada a la fuerza… Esto es lo que motivó su partida:

“Tiene un amigo que vino, fue amable conmigo. Ella me dijo que quiere casarse conmigo para ser su tercera esposa. Así que no quería porque no me agradaba, era mayor, era incluso mayor que mi padre . Se lo expliqué a mi novia, una vecina de al lado. Ella tomó el dinero de su padre, así que nos fuimos de Guinea. "

Aquí es donde comienza su viaje de exilio. Pero, por supuesto, no ha terminado. Porque su situación en Francia, como solicitante de asilo, es muy precaria y no le da derecho a mucho.

Una historia para tomar conciencia de la realidad de que decenas de miles de personas están huyendo

El relato de Fátima ha revivido en mí el recuerdo de los recogidos durante mis viajes en los últimos meses. Casi no me detengo sin hablar con los refugiados que aterrizaron en tal o cual estado luego de los conflictos que marcaron su país, el maltrato del que fueron objeto.

Estuvo en particular Blandine, quien sin duda es el que más me recordó Fátima, por sus viajes casi similares, pero hechos con años de diferencia.

Estaban Hala, Aysha y Hayat, en los campamentos de Chatila en Beirut, testificando que "hay muchas personas que quieren reconstruir Siria".

Estaban estos jóvenes venezolanos que huyeron de su país hacia Argentina, explicándome lo que dejaron atrás: estantes vacíos, hospitales disfuncionales, violencia, sus familias con demasiada frecuencia.

Vale la pena escuchar estas historias, estas palabras merecen ser compartidas porque es una realidad de la que a menudo escuchamos a quienes, en última instancia, están poco preocupados por el tema.

Por eso la serie Exilées es en mi opinión imprescindible : volver a poner en el centro del debate a quienes deberían haber estado siempre allí, poner un poco de humano en los discursos a veces crueles.

No puedo esperar a escuchar las otras historias que traerán a la luz Léa Bordier y Alice Latouche, y espero que lleguen a los oídos del mundo más grandioso.

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