- Artículo publicado el 17 de noviembre de 2021

El síndrome de Estocolmo se refiere a un "proceso de apego" recíproco entre secuestradores y rehenes. En otras palabras, es posible que los rehenes y los secuestradores desarrollen sentimientos positivos entre sí, lo que ayudaría a las víctimas a "superar" su cautiverio.

¿Por qué hablamos de “síndrome de Estocolmo”?

El concepto de “síndrome de Estocolmo” apareció por primera vez hace unos 40 años, tras una toma de rehenes en Estocolmo.

En agosto de 1973, un preso de licencia, Jan-Erik Olsson, roba un banco y retiene a cuatro empleados como rehenes. Al final de los 6 días, las negociaciones conducen a la liberación de los rehenes ilesos.

Durante estos días, el secuestrador dice que, si al inicio de la toma de rehenes, sus víctimas estaban muy asustadas, sus sentimientos cambiaron rápidamente y la situación se volvió para él casi "amistosa".

Posteriormente, los rehenes se negaron a testificar contra su agresor. Fueron a verlo a la cárcel y se dice que una de las víctimas incluso tuvo una relación sentimental con Jan-Erik Olsson.

En Buffalo '66 de Vincent Gallo, un ex convicto secuestra a una joven y se desarrolla una relación compleja entre ellos.

Síndrome de Estocolmo, ¿cómo funciona?

La principal característica del síndrome es que aparece en una situación de extrema tensión entre dos partes.

Esto es lo que tienen en común los rehenes y sus captores. De hecho, cada una de las partes está en peligro de muerte, incluso si sus caminos son obviamente muy diferentes.

Cuando comienza la toma de rehenes, las víctimas experimentan un shock psicológico extremadamente poderoso. En cuestión de segundos, sus vidas se ponen patas arriba y de repente se ven amenazadas.

De repente, su seguridad se pone en tela de juicio y su supervivencia se ve amenazada a corto plazo, aunque unos minutos antes su vida era bastante normal.

Imagina. Dejas tu casa para publicar algo, vas a tu banco… Y de repente, tu vida cambia, y puede terminar en cualquier momento.

Esta situación conduce a un estrés psicológico extremo. A menudo, cuando nos enfrentamos a un estrés intenso, podemos pasar por un estado de desconcierto.

Entonces nuestro cerebro tiene que gestionar demasiada información, nos volvemos incapaces de reaccionar, de tomar decisiones ...

Después de este primer paso, los rehenes pasan por una “reorganización” psicológica. Luego deben adaptarse a la nueva situación y todos sus nuevos datos.

Durante una toma de rehenes, las víctimas pierden el rumbo. No solo su vida está amenazada a corto plazo, sino que además, son completamente dependientes de sus captores.

Al final, ya no tienen autonomía. Ya no pueden administrar su tiempo y dependen de sus torturadores para todas sus necesidades. Es "gracias" a su verdugo que pueden moverse, comer, ir al baño ...

Ante estos nuevos datos, la psique de los rehenes debe reorganizarse, adaptarse, y la única persona frente a ellos, además de los demás rehenes, es el secuestrador.

En algunos casos, el sentimiento de dependencia puede ir acompañado de un sentimiento de gratitud hacia el verdugo.

Eventualmente, el secuestrador se convierte en alguien que elige no matarte, ¿quién no estaría agradecido por eso?

Síndrome de Estocolmo, mecanismo de supervivencia psicológica

Para el Dr. Franck Garden-Breche, el síndrome de Estocolmo es un mecanismo de adaptación que permitiría a los rehenes sobrevivir y lidiar con su nueva situación.

Algunos profesionales de la salud mental establecen un paralelo entre la toma de rehenes y la relación entre padres e hijos.

Para ellos, cuando somos pequeños, también experimentamos una dependencia total de nuestros padres. Los rehenes experimentarían esta misma dependencia y revivir este vínculo podría llevarlos a experimentar una vez más un patrón emocional "padre-hijo".

En este caso, los rehenes adoptarían las actitudes de un niño hacia sus padres (podrían así sentir sentimientos positivos hacia su torturador, identificarse con él…).

Para ir más allá, en un trabajo para Brain & Psycho, el médico Eric Torres enfatiza que el rehén teme, más o menos conscientemente, una agresión policial.

Esta agresión podría poner en peligro su vida, y en este caso, el culpable se convierte en su defensor ... Lo que podría explicar que algunos rehenes acaben adoptando los puntos de vista de sus torturadores.

Así, en una toma de rehenes, las víctimas pierden el rumbo, pero eso no es todo. También se convierten en moneda de cambio entre los secuestradores y las autoridades.

Están deshumanizados, esta situación les quita la identidad y, cuando el secuestrador se dirige a ellos, les devuelve su humanidad ...

En definitiva, el síndrome de Estocolmo estaría marcado por dos mecanismos: en primer lugar, los rehenes son víctimas de un choque psicológico extremo que hace estallar todos sus referentes y valores.

Luego, reconstruyen una nueva forma de abordar una situación en la que dependen totalmente de su atacante.

Colaborando con el verdugo y desarrollando sentimientos positivos hacia él, esta podría ser la estrategia que le daría al rehén las mejores posibilidades de supervivencia ...

Para ir más allá del síndrome de Estocolmo

  • Un artículo del doctor Eric Torres para Brain & Psycho
  • Una entrevista con el secuestrador detrás del síndrome de Estocolmo

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