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En su última publicación, Sophia Aram abordó el vasto tema de las reglas. Y la consideración de estos tiende a dejar perplejo al escuchar esta columna comprometida que hace el bien.

Sophia Aram habla sobre la prohibición de los tampones en la escuela

Sophia Aram abre su columna con información comunicada por Birmingham Live, según la cual una nota íntima a las jóvenes escolares de fe musulmana de la escuela Al-Hijrah School de "no usar tampones por lo inapropiado de su inserción".

El comediante se sorprende de tal medida y se pregunta si esta regla considera que el tampón es una fuente de placer sexual para las jóvenes (lo cual es malditamente falso, ¡pero que hubiera estado bien!).

¿Debería avergonzarse de su período?

Como si las reglas no fueran lo suficientemente dolorosas como para vivir con sus dolores de estómago y su descarga salvaje, Sophia Aram señala los tabúes que rodean este fenómeno perfectamente biológico.

Éste, por tanto natural, sufre sin embargo de un juicio duro, y sobre todo muy injusto, sobre todo por parte de determinadas comunidades: las reglas siempre se consideran sucias y las mujeres que las tienen son impuras.

¿Y si nos deshiciéramos de esta colección de absurdos, peligrosos que más es inculcar en los más jóvenes?

El posicionamiento de la escuela evocado por Sophia Aram puede ser radical, la religión, por un lado, no es una excusa para ser intolerante y, por otro lado, las reglas siguen siendo una fuente de vergüenza. Todavía no es fácil para muchas personas preguntar si alguien tiene un tampón o una toalla sanitaria.

Entonces, para crear conciencia sobre este problema, puede tomar medidas, distribuyendo ampliamente esta crónica de Sophia Aram, ofreciendo el Gran misterio de las reglas de Jack Parker.

Luego educando a los jóvenes inculcándoles confianza cuando les llega la regla, para que no puedan creer que están sucios o que un poco de sangre en los pantalones es la peor vergüenza. (y nunca dejaré de recomendarte el excelente libro infantil Las reglas ... ¡Qué aventura! de Elise Thiébaut y Mirion Malle para este propósito).

Y finalmente, sensibilizando a las personas que no están sujetas a este fenómeno biológico, para que ya no cedan a las sirenas de la burla y la condena, por su ignorancia o su mala compañía.

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